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Por Sofía González , 21 de abril de 2025 | 10:04

Estudio busca desarrollar nuevas variedades de cerezos para aumentar la competitividad del mercado

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El estudio investiga cómo la aplicación de giberelina, una hormona vegetal, afecta el desarrollo y tamaño del carozo en el cerezo dulce. Su objetivo es identificar mecanismos biológicos para mejorar la calidad de las cerezas para abrirse a nuevos mercados internacionales.

Chile se ha posicionado como el principal exportador mundial de cerezas, siendo China su mercado principal, representando el 88% de las exportaciones chilenas. En la temporada 2023-2024, Chile exportó más de 410 mil toneladas de cerezas.

Con el objetivo de mejorar la calidad de las cerezas y desarrollar nuevas variedades, expertos de la Escuela de Agronomía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso están liderando un proyecto que investiga cómo ciertos factores biológicos pueden afectar el desarrollo del fruto y la formación del carozo. Este estudio, dirigido por el investigador Patricio Tapia, utiliza giberelina, una hormona vegetal que regula el crecimiento, en diversas concentraciones para prever el proceso de formación del carozo y su tamaño final.

“Una de las principales características que el mercado está buscando es diversificar los productos para apuntar a varios segmentos. Esta investigación podría sentar las bases para apoyar la generación de nuevas variedades, quizás con características o tipologías novedosas de frutos, que nos permitan abrirnos a nuevos mercados además de China”, expresó Tapia.

Esta investigación forma parte de un proyecto Fondecyt Postdoctoral que se centra en entender el desarrollo del carozo en el cerezo, y cómo la inhibición o el aumento de giberelinas impactan tanto el tamaño como el proceso de lignificación del carozo. La lignificación es el endurecimiento de las paredes de las células, y en este caso, se refiere al endurecimiento del endocarpio, que es la parte que cubre las semillas.

El estudio permitirá identificar genes marcadores asociados al tamaño del carozo y a su lignificación, creando una lista de genes que guíen futuros esfuerzos en programas de mejora genética. También generará una base de datos enriquecida con información crucial para productores de cerezos y otros frutos del género Prunus, como damascos, duraznos y nectarines, que también presentan carozo.

La investigación tiene una duración de tres años y actualmente se encuentra en su fase inicial, donde se aplican tanto el inhibidor como la giberelina en los cerezos para evaluar características fisiológicas. Las siguientes etapas incluirán la extracción de ARN para comprender mejor lo que ocurre entre la carne y el carozo, y la repetición de experimentos utilizando técnicas de biología molecular para validar los resultados obtenidos.

Con estas innovaciones, se espera que la calidad y diversidad de las cerezas chilenas mejoren, consolidando así su posición en el mercado internacional y abriendo nuevas oportunidades para los productores.

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